Los padres se enfrentan al gran reto de la falta de sueño por el cuidado de sus hijos pequeños añadido a sus demás quehaceres, algo que puede conllevar serias consecuencias
Mónica Melón Schmidt, neuropsicóloga educativa, constata que la falta de sueño aumenta la fatiga física y emocional y causa un sueño no reparador que supone un factor de estrés diario.
Algunos estudios concluyen que el aumento de estrés estimula la producción de cortisona, que, prolongado en el tiempo, afecta a la capacidad de regular lar emociones. La experta confirma que se traduce en una disminución de ese arreglo y puede impactar negativamente en la persona y la familia.
Los padres son los primeros agentes encargados de la ordenación emocional de los niños, por lo cual, es importante que resguarden su propio bienestar emocional. Melón Schmidt subraya que hay que trabajar y actuar antes y no acercarse al límite.
La neuropsicóloga educativa destaca que no se debe olvidar hablar y consensuar con la pareja o alguien cercano cualquier asunto. Por ejemplo: «Si se está dando el pecho, la otra persona puede encargarse del bebé en los momentos en que no se le alimenta, pudiendo la madre reposar y se relajarse».
La profesional refleja la necesidad de potenciar la asertividad y no temer rechazar determinados planes cuando no acompañan los ánimos o dar indicaciones sobre el lugar o momento idóneos.
Y, finaliza afirmando que, pese a que el descanso es recomendable, también lo es pasear y respirar aire puro, aunque sean pocos minutos, ya que ello implica «efectos inmediatos muy positivos en la salud».
El doctor Rosendo Bugarín González, médico de familia en el Servicio Gallego de Salud (SERGAS), incide más en que la falta de sueño en los padres no resulta tan preocupante en cuanto a la cantidad, sino más por la calidad a causa de los múltiples despertares para atender al niño y que evitan un descanso prolongado. Según el experto, esto puede derivar en malhumor, irritabilidad, falta de concentración y de un modo más excepcional, rechazo, ansiedad o depresión. Afecta, además, al rendimiento laboral o académico, según el caso.
El doctor incide en que hay que pasar estas y otras etapas de la vida y asegura no ser partidario de recomendar tratamientos farmacológicos, sino, preferiblemente, abordar la causa. El doctor Bugarín González conviene que el reparto de tareas en el hogar, como el procurar el descanso y el sueño en momentos en los que sea posible, ayudarán al bienestar orgánico y mental. El experto, con 35 años de experiencia médica a sus espaldas, rehúsa ‘medicalizar los problemas de la vida’ a no ser que el problema se cronifique, magnifique o alargue en el tiempo y estima que el soporte familiar puede ser un importante empuje.
Recomendaciones para sobrellevar el comienzo en la maternidad/paternidad
Andrea Vega Seoánez, psicóloga general sanitaria, experta en población infanto-juvenil y terapeuta EMDR (en inglés, Eye Movement Desensitization and Reprocessing), asevera que la falta de sueño es una de las «primeras vivencias desagradables que llegan al apostar por traer un niño al mundo». Aclara, además, que para los padres resulta desesperante el que comprueben las pocas o nulas esperanzas de mejora a corto o largo plazo.
Como padres no se puede llegar siempre a todo y, además, bien. Vega Seoánez, expone que los signos de esa falta de sueño se observan en: malestar; irascibilidad, aumentando los sentimientos de frustración; mayor tensión y confrontaciones con la pareja y menor receptividad a las demandas emocionales del bebé; sentimientos de culpa y, momentos de bajo estado anímico por la acumulación de estresores y poco margen para lograr reforzadores como con el deporte o una ducha sin prisas.
La experta en psicología hace hincapié en que se trata de una fase de duelo por la pérdida del ‘yo independiente’ y es normal echar de menos actividades y quehaceres que no tienen nada que ver con el hijo.
Vega Seoánez ofrece una serie de pautas que pueden favorecer un tránsito más ligero en la primera etapa de la maternidad/paternidad:
–Pedir ayuda a familiares cercanos: delegar en ellos, tanto el cuidado del bebé en momentos puntuales, como en ocasiones, de una forma más prolongada.
–Compartir y expresar el estado anímico: esto es, expresar y regular las emociones con otros, con personas en una situación similar y en determinados grupos creados en torno a la temática.
–Crear una nueva rutina de sueño: olvidarse del ciclo vigilia-sueño ordenado y aprovechar siestas del bebé para hacer las propias o llevar a cabo otras actividades.
–Priorizar el sueño y la recuperación frente al resto de tareas.
–Planificar turnos para los despertares nocturnos del bebé o por el día acordar tiempos de cuidado de cada progenitor.
–Organizar del día a día por escrito: estructurar las tareas pendientes, con la pretensión de que la mente perciba cierto control o al menos, considerarse.
–Crear un ritual nocturno que anticipe la noche como un momento de descanso más apetecible, como una rutina de lectura, de autocuidado corporal o de una actividad física moderada como el yoga.
La doctora Irene Alías Hernández, pediatra y asesora de lactancia IBCLC (International Board Certified Lactation Consultant), significa el sentimiento de agotamiento y extenuación de los padres frente a la total atención que requiere el bebé. Los primeros meses resultan los más duros y hay poco tiempo para la tranquilidad y el ocio. La pediatra entiende que los padres están en un proceso difícil en el momento de tener que dormir al niño y atender sus demandas alimentarias y, todo lo que supone la jornada con niños y el resto de tareas dentro y fuera del hogar. La experta dicta, además de lo dicho por otros profesionales:
–Evitar bebidas estimulantes con cafeína y comidas copiosas que impidan el sueño.
–Ofrecer un ambiente tranquilo y relajado al bebé para dormir; bebé y padres podrán beneficiarse.
–Paciencia. El sueño del bebé madurará poco a poco y se reducirán los despertares. No obstante, ocurrirá en unos bebés antes que en otros.
–Buscar momentos, aunque sean cortos para uno mismo y la pareja. Encontrándose bien el padre y la madre, el clima será óptimo y calmado en el hogar.
Puede concluirse que los padres podrán ofrecer un entorno adecuado (paz, cuidado y atenciones) y lo mejor de sí mismos al hijo, si están y se sienten bien a nivel físico y mental. Si están bajos de ánimo y sin fuerzas pueden llegar a proyectarlo en el trato al niño.
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